La semana pasada se celebró el homenaje a Gemma Avenoza Vera, en la que fue su casa, la Universitat de Barcelona. Fueron dos jornadas emotivas e intensas, en las que se repasó su prolífica trayectoria y quedó en evidencia la intensa huella que ha dejado en un gran número de investigadores, en cuyos trabajos se puede apreciar la influencia de Gemma, puesto que si una cosa le caracterizaba era su facilidad para transmitir su amor y su pasión por el mundo del libro medieval hispano.

A lo largo de las dos jornadas se repitió en múltiples ocasiones la palabra generosidad, y es que uno de sus rasgos más característicos era su disposición para ayudar y compartir sus extensos conocimientos, creando redes personales entre aquellos que la rodeaban.

El mejor ejemplo de ello es la creación de la Red de excelencia “Cultura medieval escrita hispánica”, en la que tuvo un destacado protagonismo, y en la que plasmó su manera de ver la investigación como un lugar colaborativo, un espacio para diferentes disciplinas y campos de trabajo.

Estos días hemos compartido recuerdos que nos han traído a la mente la imagen de Gemma frente a un manuscrito, desgranando sus detalles y desvelando cada uno de sus secretos, y dejando a su audiencia absorta con sus palabras.

Echamos mucho de menos a Gemma, su guía, su generosidad, su pasión, sus enormes conocimientos, sus palabras y su compañía. Ha sido un privilegio poder trabajar con ella y aprender de ella. Hemos podido disfrutar del valiosísimo legado que nos ha dejado, y sin duda, recogemos su testigo para continuar estudiando la cultura medieval escrita hispánica. Sin lugar a duda, Gemma habría disfrutado de estas jornadas y habría estado orgullosa de todo lo que ha construido.

Gracias a todos aquellos que nos habéis acompañado estos días, ya sea de manera presencial o virtual.